Las violencias urbanas

Ninguna ciudad puede ser habitable - es decir, ser realmente habitada por verdaderos habitantes, y no ocupada por simples "ocupantes" - si no es capaz de brindar a quienes la habitan cierto grado de seguridad, física, psicológica y social.

Este postulado es fundamental y no puede ser ignorado a la hora de abordar cualquier tipo de reflexión sobre las violencias urbanas. Si lo dejamos de lado, corremos el riesgo de hacer, una vez más, un informe de la situación sobre la violencia, sin tomar posición en tanto verdaderos actores de su transformación social, en el sentido de una nueva habitabilidad, de una hospitalidad de las metrópolis.

Debemos repensar nuestras ciudades de manera realmente alternativa, y sólo podremos alcanzar esta nueva lógica si logramos rechazar las ideas preconcebidas sobre la violencia. El primer paso consiste ciertamente en repensar la ciudad a partir de la gente, pero también a partir de las cuestiones de la violencia y la seguridad, considerando de otra manera qué es lo "bueno" y qué es lo "malo".

Hay que inventar un modelo inédito para dar seguridad a las ciudades violentas, sin recurrir para ello a más violencia, ya que la seguridad es un tema demasiado serio como para dejarlo en manos de los grandes entendidos en el tema.