Es con placer que recibí su carta-editorial del 26.1.08.
Hace mucho tiempo que no he tenido la oportunidad de contactarles. Permanezco muy vinculado con la Carta de la Alianza, que constituye una base esencial para mis reflexiones e intervenciones, así como con sus métodos de trabajo que me han gustado mucho.
En un momento dado, me retiré de las actividades de la Alianza, debido a una fatiga relacionada con lo que me aparecía ser una especie de “folclorismo” y “oportunismo” entre muchos Aliados, pero también porque siempre he estado involucrado en muchas actividades con mi cooperativa, SEIES [1], o he recibido invitaciones de diferentes organizaciones en Portugal, Francia, Brasil y África.
Democratizar la democracia
Estos últimos años he podido participar en la Association Démocratiser Radicalement la Démocratie que se focalizó sobre todo en experiencias de gran alcance de Presupuesto Participativo (PP). Allí, estudié más particularmente los aportes y los límites del PP, pero como la organización veía el PP como una cosa revolucionaria y por el hecho que planteé varias preguntas que cuestionaban algunas de sus prácticas, no fue muy bien recibido. En particular, insistí en otros tipos de experiencias en que las mujeres jugaban un papel más decisivo.
Violencia contra las mujeres y los niños
Desde hace un tiempo he estado trabajando con mi equipo en un proyecto sobre la violencia doméstica en la ciudad de Setubal, al sur de Lisboa. Se trata de conseguir que diferentes organismos trabajen juntos sobre estos problemas -justicia, policía, escuelas, servicios sociales, agencias de empleo, organizaciones de mujeres, sindicatos, etc. Una tarea muy difícil, cuando se intenta ir más allá del marco tradicional en donde “cada uno hace lo que debe estar haciendo”. Se puso mucho esfuerzo en “desocultar” una cultura persistente de aceptación de la violencia contra mujeres y niños como algo que tiene que ver con relaciones privadas y naturales.
Otra actividad que ha tomado mucho de mi tiempo es la investigación histórica sobre el cooperativismo en Portugal, en particular en un período que tuve la fortuna de conocer bien y sobre la que he empezado a escribir.
A pesar de todo, ninguna amargura
Es sin amargura que sigo los problemas contemporáneos mayores de nuestra sociedad, aunque los medios de comunicación y la conducta política, de derecha y de izquierda, nos llevaría casi a la desesperación. Por un lado, me doy cuenta de cuánto estaban/están podridas nuestras sociedades con la gran complicidad de las izquierdas fosilizadas y, por otro lado, con la ayuda de la Alianza y de mis investigaciones, miro las transformaciones que los medios de comunicación no están comunicando y que están ocurriendo casi por todas partes, en base, entre otras, a un nuevo y creciente papel de las mujeres.