Aliado de Mallorca desde hace unos diez años, Guillem Ramis i Moneny nos sugerió difundir este canto, "que puede ser útil para la paz".
Que canten los niños, de José Luis Perales, 1992
Que canten los niños, que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar, que unan sus voces y lleguen al sol, en ellos está la verdad. Que canten los niños que viven en paz, y aquellos que sufren dolor, que canten por esos que no cantarán porque han apagado su voz.
Yo canto para que me dejen vivir, yo canto para que sonría mamá, yo canto porque sea el cielo azul, y yo para que no me ensucien el mar.
Yo canto para los que no tienen pan, yo canto para que respeten la flor, yo canto porque el mundo sea feliz, yo canto para no escuchar el cañón.
Que canten los niños…
Yo canto porque sea verde el jardín, y yo para que no me apaguen el sol yo canto por el que no sabe escribir, y yo por el que escribe versos de amor.
Yo canto para que se escuche mi voz, y yo para ver si les hago pensar, yo canto porque quiero un mundo feliz, y yo por si alguien me quiere escuchar.
Que canten los niños…
Que canten los niños
En esta presentación PowerPoint descargable diseñada por Guillem Ramis, puede que se tenga que hacer clic para cambiar las diapositivas al seguir la canción.
Guillem Ramis fue maestro de escuela primaria en Mallorca, España, durante gran parte de su vida. Debido al arribo masivo de nuevos inmigrantes a las Islas Baleares detectó la necesidad de una educación intercultural a fin evitar cualquier futuro brote de racismo o xenofobia. Bajo su impulso, en el año 2000, el Ministerio de Educación de las Islas Baleares estableció un programa educativo intercultural para la paz y la cooperación llamado Vivim Plegats (Vivimos Juntos), fundamentado ideológicamente en el conocimiento y práctica de la Convención de los Derechos de los Niños y en la Carta de la Tierra. Guillem fue relevado de su cargo docente en la escuela para poder dedicarse de lleno a crear, organizar y coordinar el programa Vivim Plegats, pionero a nivel mundial en adaptar la Carta de la Tierra a nivel infantil y juvenil, logrando su traducción a los idiomas de los nuevos inmigrantes para que fuese accesible a los jóvenes aprendices y a sus familias. Unas setenta escuelas se incorporaron a la filosofía de la educación intercultural con base en la Carta de la Tierra y su influjo trascendió el área insular llegando a diferentes territorios de España y de otros países, como Portugal, Cuba, Japón, Canadá. (Véase una adaptación infantil de la Carta de la Tierra.)