Lo menos que puede decirse es que la crisis abierta por la intervención del ejército israelí en Ramala y en las ciudades palestinas a partir del 29 de marzo de 2002 será larga y se enfrentará a muchos obstáculos para poder resolverse.
Luego de la segunda y última reunión de Colin Powell con Yasser Arafat el miércoles 17 de abril quedó demostrada la impotencia de la diplomacia. Ni el gobierno de Georges Bush, ni la Unión Europea, ni los Príncipes y dirigentes de los Estados árabes, ni las Naciones Unidas lograron un cambio en la política del gobierno israelí. Arafat sigue aprisionado en Ramala junto a los dirigentes palestinos y los internacionales.
Uno de los principales dirigentes de la resistencia palestina, Marwan Barghouti, ha sido arrestado. El ejército israelí no se retirará prontamente de sus posiciones actuales y, si lo hace, será para intervenir nuevamente poco tiempo después.
El sufrimiento y el odio acumulados por la población palestina son inconmensurables. Seguramente explotarán nuevas bombas humanas en la región y en otras partes. Es probable también que algunos grupos palestinos vuelvan a empezar la Intifada y que otros intenten lanzar operaciones guerrilleras en los puestos de control israelíes. La gran mayoría de los israelíes seguirá viviendo con miedo. Algunos se interrogarán, consciente o inconscientemente, sobre la insoportable condición de una sociedad israelí basada en la opresión de un pueblo, el pueblo palestino, que sobrevive sobre esa misma tierra.
Esta crisis será larga y compleja. ¿Se puede actuar sobre el largo plazo y hacerlo desde ahora mismo, mientras el corto plazo en el que estamos es crucial y doloroso? La denominada comunidad internacional, a pesar del hito que marcaron las múltiples manifestaciones callejeras en todo el mundo en solidaridad con el pueblo palestino, ¿estará condenada a la impotencia y, luego, a la indiferencia? ¿La nueva sociedad civil internacional, que se perfila y se fortalece cada vez más en este principio de siglo, será capaz de afrontar los desafíos que representan la búsqueda de la paz en la región y la recuperación de los derechos del pueblo palestino, empezando por el derecho a vivir en su tierra? ¿Los israelíes mismos serán capaces de rechazar la política guerrera del actual gobierno y apoyar un proceso que apunte a una paz duradera con los palestinos y los pueblos de la región?
A pesar de las dificultades en encontrar una solución a corto plazo, los amigos palestinos e israelitas insistieron en la necesidad de aumentar la movilización exterior a través de campañas de educación, de manifestaciones y acciones de lobbying, principalmente en los países occidentales, con el objetivo de obligar a Israel, por medio de sanciones o por otros mecanismos de intervención, a poner fin a la ocupación y aceptar la elaboración de una solución duradera.
Los elementos planteados por esta crisis constituyen un desafío inédito para aquéllos y aquéllas que continúan luchando para vivir en paz en un mundo de diversidad.
A pesar de las considerables dificultades que atravesamos actualmente, una convicción esencial se confirmó durante este corto viaje : las pistas para perseverar en la búsqueda de la paz en la región siguen estando abiertas. Y lo que es más importante : nos hemos reunido con compañeros palestinos e israelíes, entre los que conocíamos a algunos previamente, y siguen estando dispuestos a seguir adelante, pase lo que pase. A decir verdad, sin ellos sería prácticamente imposible proseguir estos caminos.
Sin embargo, una de las dificultades clave que nos revelaron los amigos israelíes es que a menudo se sienten aislados, no sólo en relación con la sociedad israelí, sino también con respecto a los palestinos. Para los palestinos que intentan trabajar con israelíes la situación también es difícil, pues rápidamente aparecen las acusaciones de traición. Ahora bien, según nuestros interlocutores palestinos e israelíes, que exista una alianza entre las distintas capas de las sociedades palestina e israelí es una condición indispensable para reducir la base social y política de un gobierno incapaz de garantizar la seguridad cotidiana de los israelíes.
Las tareas son diversas :
A corto plazo, la respuesta al llamado lanzado por los internacionales que decidieron quedarse en el cuartel general de Arafat, solicitando una presencia urgente en Palestina. A pesar de que las posibilidades para entrar a Israel serán cada vez más difíciles, la presencia cada vez mayor de gente que intentará reunirse con palestinos e israelíes partidarios de la paz será inevitable.
Asimismo, el cerco alrededor de la iglesia de la Natividad en Belén y el despliegue del ejército israelí en otras ciudades y campos palestinos requieren una atención permanente para intentar evitar que se sigan violando los derechos elementales.
La búsqueda de muertos y sobrevivientes, la ayuda a las poblaciones desplazadas a la fuerza hacia pueblos cercanos a los campos de refugiados y el envío de una ayuda de urgencia siguen siendo, entre otras, tareas precisamente urgentes.
A mediano plazo, es importante organizar muchas actividades en Jerusalén, Tel Aviv y otras ciudades en donde fuera posible, con el fin de facilitar la participación de diversos componentes de la sociedad civil internacional que desean contribuir en la búsqueda de la paz y son solidarios con Palestina y con los israelíes partidarios de la paz.
Aquí, en lo referente a las iniciativas a tomar a mediano plazo (pero que pueden ser puestas en práctica ahora en este corto plazo crucial), es donde los diversos talleres de la Alianza para un mundo responsable, plural y solidario pueden jugar un papel esencial. El aporte de debates sobre la Carta de las responsabilidades humanas y sobre los Cuadernos de propuestas más pertinentes constituyen una contribución esencial para empezar a construir un nuevo porvenir en esta región profundamente quebrantada.
Las personas con las que nos hemos reunido se muestran dispuestas a organizar seminarios y encuentros sobre diversos temas cruciales para el futuro de la región, como por ejemplo :
la reconstrucción de las ciudades y pueblos en los territorios controlados por el ejército israelí,
la valorización de la economía solidaria en las zonas urbanas y rurales,
la necesidad de una renovación de las estructuras y de las élites políticas capaces de dar un nuevo impulso a la lucha del pueblo palestino,
las condiciones para una alianza social entre los palestinos y los israelíes,
el intercambio de experiencias entre los distintos movimientos sociales que luchan por la paz, con la participación de los asiáticos, los africanos y los latinoamericanos reforzando la presencia de los norteamericanos y los europeos,
la valorización de las distintas expresiones artísticas de los artistas palestinos y su difusión dentro de la sociedad israelí,
la instauración de un diálogo interreligioso capaz de contribuir a superar las separaciones que dividen a los pueblos judío, musulmán y cristiano, así como también la evaluación de las condiciones capaces de dar viabilidad a una sociedad multirreligiosa, etc.
Por último, debemos estar particularmente atentos en dar apoyo a las diversas manifestaciones pacíficas y a las formas de expresión innovadoras de los movimientos que luchan por la paz. Sin lugar a duda, los partidarios de la paz se enfrentarán a enormes obstáculos, principalmente debidos a la represión ejercida por un gobierno que intentará quebrar este movimiento. Asimismo, será preciso crear las condiciones para un diálogo constructivo entre los palestinos e israelíes que luchan pacíficamente por la paz y los grupos palestinos que darán prioridad a la oposición armada frente al ocupante.
Sin embargo, es de esperar que la gran mayoría de los palestinos se integre y fortalezca el bando de aquéllos y aquéllas que seguirán luchando por la paz. Para ello, no sólo es deseable sino indispensable que logren establecer una alianza social con los israelíes que son solidarios para con ellos. Asistiremos entonces al surgimiento de un vasto movimiento social, articulado con una sociedad civil internacional que se verá fortalecida en su búsqueda de una mundialización diferente, en la cual hombres y mujeres puedan vivir en paz en un mundo de diversidad.