Número 6 | Agosto 2000 | ||
Sumario |
La Alianza como amenaza Gustavo Esteva* (Mexico) Fue durante la preparación del número 5 de Caravana en México que mantuvimos un encuentro con Gustavo Esteva, a resultas del cual nos envió el artículo muy crítico sobre la Alianza que reproducimos ahora en este número. Hemos retardado la publicación de este artículo con la idea de suscitar un debate entorno de las cuestiones fundamentales para la orientación futura de la Alianza que la crítica radical de Gustavo pone sobre la mesa. El debate está ya lanzada con las respuestas de Agustí Nicolau Coll y de Siddhartha que publicamos en la siguiente página. He visto, desde afuera, las transformaciones de la Alianza. Algunas iniciativas recientes, como la de darle un carácter intercultural, me parecen alentadoras aunque inciertas. Todavía me resulta imposible, sin embargo, dejar atrás mi ambivalencia respecto a ella. Admiro el empeño que en su seno realizan hombres y mujeres llenos de dignidad, coraje y sensatez. Pero el proyecto mismo me sigue pareciendo fútil y frustrante, cuando no amenazante. La Alianza nace de un impulso valeroso: animar iniciativas capaces de detener la locura llamada globalización y construir un mundo responsable y solidario. Sus promotores sostienen que "no podemos permitirnos concebir el mundo como lo hicimos ayer". Quieren verlo y ocuparse de él de otra manera, más sensata y abierta. Pero casi diez años de esfuerzos valiosos y múltiples de los participantes en la Alianza demuestran que no puede escapar de su troquel de origen. Hoy, como ayer, la define un aliento occidental u occidentalizado, que pretende pensar todas las culturas desde una de ellas y agruparlas en sus términos. El viejo ímpetu de dominación La Alianza busca la unidad en la diversidad. Quiere así instalarse en un desafío central de la circunstancia actual: el diálogo entre culturas, entre civilizaciones. Sus premisas, sin embargo, lo impiden. Fracasa en su propósito manifiesto de evitar el viejo ímpetu de dominación. La Alianza se inscribe en la tradición humanista de la Ilustración, que secularizó la herencia cristiana y reformuló la noción de universalidad en nombre de la dignidad humana. El concepto de humanidad que así nació está inmerso en una flecha temporal: se le dará realidad en el camino del progreso, que ha de conducir al reino universal de la razón y del individuo dotado de derechos. La Alianza incorpora a esta visión del mundo la imagen contemporánea de que compartimos, además, un destino común: somos habitantes de un planeta. Al hacerlo, da otro giro a aquellas premisas, dada la preocupación por sus "tres desequilibrios" actuales: agrega a los acotamientos previos del camino del progreso actitudes responsables y solidarias, que estimulen la sensatez ecológica y el interés por los demás. Estos pilares ideológicos de la Alianza se complementan con otros, igualmente atados a la tradición europea, como la ilusión de la igualdad y el principio de representación, empleados desde la revolución francesa para legitimar a los gobiernos de los estados-nación. La Alianza constata sus limitaciones en Naciones Unidas, pero los aplica sin inhibiciones y les da uso sesgado e ilegítimo para organizar su Asamblea de los Pueblos. Somos las mayorías sociales del planeta Quienes no compartimos esas premisas no estaremos en la Asamblea. No podrá hablar por nosotros. Tampoco formaremos parte de la Alianza, aunque nos simpaticen algunas de las banderas que enarbola. Y no somos pocos: quizás constituyamos las mayorías sociales del planeta. A pesar de todo, siguen siendo minoría quienes comparten esa visión del mundo. Hemos aprendido a mantenernos alerta contra ella. En el curso de sus innumerables metamorfosis, ha atrapado periódicamente nuestras fantasías y nuestro ánimo, debilitando nuestros empeños. La propia experiencia ha acrecentado nuestras reservas críticas. Nos permite ahora distinguirla a tiempo, aunque se nos presente con nuevos ropajes atractivos. Estamos, además, transformando nuestra resistencia en liberación. Ha sido agobiante tomar nuestras iniciativas, en los últimos cinco siglos, a contrapelo de los vientos dominantes. La pavorosa fuerza de destrucción que han adquirido hace insuficiente la resistencia. Arrasarán con nosotros si no logramos detenerlos y liberarnos de su dominación. El ideal del progreso está maduro para el museo Para muchos de nosotros, el ideal del progreso está maduro para el museo. No nos sentimos parte de la "humanidad" a que se refieren quienes acuñaron o asumieron ese concepto, que no es sino una versión del mundo humano, no una noción universal. Seguimos resistiendo la individualización a que se quiere someternos: somos personas, nudos de redes de relaciones concretas; no queremos reducirnos a la condición de individuos, a homo economicus, según el troquel del individuo posesivo y textual nacido en Occidente. Vemos en la campaña mundial por la vigencia de los derechos humanos, inevitablemente individuales, el caballo de Troya de la recolonización globalizadora, que esconde bajo ese manto, tan seductor por su utilidad para combatir muchos abusos de poder, su actual ímpetu de sujeción. No caemos ya en la ilusión de la igualdad, en cuyo nombre se cometen todo género de atropellos homogeneizadores y se implanta la desigualdad más ilegítima. Y desconfiamos, por sólidas razones y amplias experiencias, del principio de representación como estilo de organización y gobierno. Estamos en otra cosa. Formamos y consolidamos todos los días amplias coaliciones de descontentos con el estado de cosas. Nuestro rechazo común a las "fuerzas globales" y al modo industrial de producción se sustenta en nuestras afirmaciones diferenciadas, que se disolverían en cualquier proyecto o ideología pretendidamente común. Hemos asumido plenamente el supuesto de la diversidad, como condición para la armonía entre personas y pueblos. El pluralismo que impulsamos convierte en actitud política la pluralidad real en que vivimos; nos impulsa, entre otras cosas, a construir regímenes jurídicamente pluralistas, que no caben en el diseño del estado-nación. Tratamos de que perduren nuestras culturas y nuestros entornos, no que sean "sustentables". Intentamos cuidar o regenerar el reino del género, frente al régimen sexista que impone la modernidad. Nos afirmamos en la convivialidad, rescatándola en el presente de nuestros barrios y pueblos, frente al futuro enajenado a las ideologías. Es nuestra construcción de por-venir. Todo esto ha apareció en las innumerables conversaciones que hemos tenido en México, en los últimos años, para articular la agenda de la sociedad civil. En ellas surgieron voces que ven la Alianza como un empeño frustráneo: no predicará en el desierto, pero tampoco será oída. Otras voces llegaron más lejos: la ven como amenaza. La perciben como uno más de los empeños globalizadores. En su intento de construir un esfuerzo de escala semejante al de las fuerzas gigantescas de la globalización del capital o de los medios, socava el sentido de la proporción, el sentido común, el que se tiene en comunidad. Y sepulta en su discurso inevitablemente abstracto la respuesta eficaz de la gente en la base social: la localización. Lejos de ser un impulso autárquico o aldeano -como el de todos los globalizadores, convencionales o alternativos- esta respuesta es expresión de múltiples visiones cósmicas, culturalmente enraizadas, que se abren hospitalariamente a amplias coaliciones que intentan, con base en el diálogo intercultural, forjar nuevas formas de comunión. San Pablo Etla, septiembre de 1999 * Gustavo Esteva es un activista social e intelectual desprofesionalizado. Vive y trabaja en un pequeño pueblo indio de Oaxaca, México. Preguntas fundamentales para la orientación futura de la Alianza Creo que sería un grave error no tomar en cuenta como es debido la crítica radical de Gustavo Esteva, no para darle la razón en todas sus consideraciones y afirmaciones, sino para tomar en consideración los peligros en los que podemos caer muy fácilmente. Debo reconocer que comparto en gran parte las observaciones que realiza entorno de los presupuestos implícitos en la génesis de la Alianza: crítica del progreso en tanto que escatología secularizada, cuestionamiento de la universalidad de los valores surgidos de la Ilustración (igualdad, principio de representación…), crítica de los Derechos Humanos en tanto que Caballo de Troya de la globalización, etc, aunque sería preciso matizarlas y contextualizarlas. La cuestión que se plantea es de saber si la Alianza cae o no en los dos peligros señalados por Gustavo, que son:
Estoy convencido que Gustavo se ha limitado a analizar el texto de la Plataforma, sin tener en cuenta la realidad viva de la Alianza. Estoy seguro que una parte importante de las aliadas y de los aliados estarían totalmente de acuerdo con sus críticas fundamentales, sin por ello sentirse incómodos, por el momento, en el seno de la Alianza. Las críticas de Gustavo son, pues, menos pertinentes si tenemos en cuenta la dinámica rica y plural desarrollada por las aliadas y aliados. Por ejemplo, es preciso recordar que durante el encuentro de Naxos en 1997 (cf. Caravana N°3, English, français) se puso de manifiesto, no tan solo la dificultad de traducir un texto escrito en una lengua latina a otras lenguas no latinas, sino también, de una manera especial, el cuestionamiento de los principios y los análisis contenidos en la Plataforma. De la misma manera, el trabajo que se está llevando a cabo actualmente con el objetivo de elaborar una Carta Intercultural de la Tierra ilustra, en mi opinión, esta voluntad de superar el marco occidentalo-centrista y moderno de la Plataforma, que Gustavo, pertinentemente, critica. Pienso que la manera en que Gustavo plantea su crítica cae de lleno en un cierto dualismo, por cierto, muy propio de la modernidad que él critica. Por otro lado pienso que si bien es totalmente legítimo no querer participar en los trabajos y dinámicas de la Alianza, en razón de distintos puntos de vista, me parece menos aceptable responsabilizar a las aliadas y aliados de contribuir a la homogeneización del mundo y a su destrucción; especialmente si tenemos en cuenta que la mayor parte de ellas y de ellos llevan a cabo trabajos y acciones a escala local profundamente arraigados en las cosmologías, saberes y experiencias de sus culturas. Además también es preciso tomar en consideración el hecho que no siempre aquéllas y aquéllos que trabajan a escala global son "homogeneizadores", ni que sus acciones contribuyan siempre a esta homogeneización; de la misma manera que tampoco aquéllas y aquéllos que actúan tan solo a escala local no son siempre defensores de la diversidad cultural. Las realidades a menudo son más complejas de lo que da a entender el artículo de Gustavo Esteva. No obstante, las críticas de Gustavo nos obligan a plantearnos dos preguntas fundamentales para la orientación futura de la Alianza:
El artículo de Gustavo nos plantea cuestiones esenciales y el debate llega en un buen momento, cuando la Alianza se lanza con gran ambición hacia la Asamblea 2000-2001 por un Mundo Responsable, Plural y Solidario. Además es una buena cosa que sea publicado en este número de Caravana que trata el tema de la gobernanza mundial. Según como respondamos en la práctica a estas críticas durante los próximos meses, daremos razón o no a Gustavo Esteva. En nuestras manos está... Agustí Nicolau Coll ¿Es Plural la Alianza? Philippe Guirlet me pidió que respondiera al artículo de mi amigo Gustavo Esteva que se publicó sobre este tema en Caravan. Dicho artículo ha sorprendido a unas cuantas personas que consideran que su crítica de la Alianza es demasiado severa y partidista. No me sorprendí al leer el escrito de Gustavo, porque considero que la Alianza es un viaje continuo y debemos ir constantemente más allá en lo que estamos haciendo. Si no lo hacemos así, podemos limitarnos a crear un "buen clima" sin hacer frente a los serios temas con los que topamos. Gustavo acaba de plantear algunos temas muy importantes en su artículo, e independientemente de si está o no en lo cierto en sus opiniones sobre la Alianza, creo que las nociones conceptuales que pone en entredicho merecen debatirse seriamente. La Alianza es un viaje continuo Sin embargo, antes de pronunciarme sobre la cuestión, permítanme mencionar un problema acuciante que nos preocupa tanto a mí como a los miembros de la Alianza en la India. No se trata únicamente de una digresión. Espero poder demostrar que algunos de los temas que Gustavo ha planteado son realmente objeto de intensas acciones y reflexiones en la región Asia-Pacífico de la Alianza, de la que puedo hablar con más autoridad que otros, sencillamente porque me hallo implicado más intensamente en esta parte del mundo. La Alianza no es el monumento monolítico con que la tacha Gustavo, sino que incorpora puntos de vista bastante próximos a sus inquietudes. En cuanto al miedo justificado de Gustavo frente a las tendencias mundiales a la homogeneización, y a los peligros de la imposición de un solo modelo de desarrollo para todos, estoy convencido de que la sequía en la India (ver recuadro) y otras partes del mundo es una consecuencia directa del proceso de desarrollo moderno. Parece indudable que lo que nos ha llevado a este extremo no ha sido más que una falta de visión crítica en la noción de progreso. Los miembros de la Alianza Asia-Pacífico lo sabemos desde hace ya algún tiempo. Nuestro trabajo también concede una atención especial a la cuestión del pluralismo. La mitad de los miembros del equipo de apoyo Asia-Pacífico, aproximadamente, se muestran tremendamente escépticos ante la moderna concepción del desarrollo. Gustavo Esteva se situaría en la corriente de pensamiento más conocida como "Alternativas al Desarrollo" , según la cual el actual paradigma de desarrollo no ofrece al planeta ningún tipo de futuro. Para Gustavo, el pluralismo consiste en dar cabida a multitud de puntos de vista que son parte de la experiencia de la gente, para desarrollar sus vidas. En India las ideas de Mahatma Gandhi siguen vivas y activas y juegan un importante papel en el debate sobre el futuro. Prácticamente todos los documentos de la Alianza Asia-Pacífico mencionan dichas ideas. En el taller de la Alianza en Melbourne, en diciembre de 1999, Cheryl Smith, intelectual y activista maorí, se lamentó del hecho de que se estuviera imponiendo a su pueblo una noción de "democracia", sin respetar las nociones de gobernabilidad propias del pueblo maorí. Apartarnos del laberinto global en que nos encontramos Debo confesar que no creo que la solución dependa enteramente de una aproximación de tipo "Alternativas al Desarrollo". Tampoco depende enteramente de una aproximación de tipo "Desarrollo Alternativo". Ambas aproximaciones son de una importancia crucial si queremos apartarnos del laberinto global en que nos encontramos. El diálogo entre ambos puntos de vista puede llevarnos a un paradigma que trascienda las limitaciones de ambas, al tiempo que desarrolla lo esencial. Estoy seguro de que las ideas que expresen amigos como Gustavo Esteva jugarán un papel esencial en este proceso de revisión. Conocí a Gustavo Esteva en marzo de este año, cuando pasó una semana en un taller, en Bangalore, en cuya organización yo había colaborado. Su contribución fue fundamental. El artículo publicado en Caravan quizás le haga parecer intolerante y combativo. Puede que no sea un defecto. En estos días de exceso de comunicación nadie se toma nada en serio a menos que se plantee con claridad y convencimiento. Con esto no pretendo dar a entender, ni mucho menos, que Gustavo utilizara una estrategia de comunicación. Sólo digo que la persona que llegué a conocer en Bangalore era un ser humano cálido y agradable con profundas inquietudes por el futuro del planeta. Es mucho lo que podemos aprender de Gustavo y los miembros de la Alianza no deberíamos dudar en hacerlo. Sin embargo, quisiera que supiera que algunos miembros de la Alianza también pensamos en líneas similares, aunque no sean idénticas. Por lo que a mí respecta, creo que intervenciones como las de Gustavo Esteva nos pueden ser de ayuda a la hora de volver a examinar las direcciones que tomamos. Gracias, Gustavo. Siddhartha (India) |