Número 7 | Diciembre 2000 | ||
Sumario |
Visita a Mallorca y Cataluña Hace algunos años, en una conferencia pronunciada durante un viaje oficial en Alemania, Jordi Pujol1 mostró su alegría por el hecho de que en las universidades alemanas existieran NÚMEROSos departamentos de Filología Catalana (muchos más que en las universidades españolas no catalanas...). Algunos días más tarde un profesor universitario le puntualizó que la existencia de estos departamentos no era pura casualidad, sino que respondían al interés de NÚMEROSos filósofos e historiadores alemanes en el estudio de la obra y figura del filósofo medieval catalán, Raimon Llull. Esta anécdota ilustra, a mi modo de ver, la esencia de la reflexión que quiero compartir con el lector: los Países Catalanes2 son, desde ya hace algunos siglos, un espacio cultural diferenciado del espacio español. Una primera evidencia de ello es la pervivencia, a pesar de todas las persecuciones, de la lengua catalana. Ahora bien, ¿solo es la lengua lo que le da una característica cultural propia y diferenciada? Creo que no, tal y como intentaré explicarlo a continuación. Ciertamente que desde siempre las clases populares catalanas y los sectores más concienciados en la defensa de la cultura del país hemos percibido que la promoción y salvaguarda de la lengua catalana era un elemento fundamental en la resistencia de nuestro pueblo a las múltiples opresiones que padecemos en los últimos siglos por parte del estado español y del estado francés. Ahora bien, siendo esto totalmente cierto, también lo es el hecho que la defensa y promoción de una cultura y un proyecto social propios no puede articularse (hoy menos que nunca) exclusivamente en la defensa de una lengua; a no ser que queramos arriesgarnos o apostar por ser un espacio entre otros de la cultura occidental dominante (anglosajona) que se expresaría - en este país - en lengua catalana. Creo, más bien, que hoy día debemos considerar que la presencia y la vida de la lengua catalana, además de expresar la biodiversidad social y comunitaria de nuestro mundo, es sobretodo también el medio a través del cual se nos hace presente en la vida cotidiana de un pueblo una memoria de más de mil años de construcción de vida colectiva: experiencia y presencia en múltiples procesos que han dado paso a la Europa y al Mediterráneo actuales, generación de pensamiento propio, de fiestas, de ritmos, de expresiones, de resistencias a todo tipo de opresiones e intentos unifomizadores, etc. Tan solo la pervivencia de esta lengua como medio vivo en todos los aspectos de la vida individual y colectiva garantiza la presencia y la posibilidad de acción en el presente de esta memoria milenaria. Su pérdida (que desgraciadamente aún hoy es una posibilidad real) representaría una amputación muy grave de la memoria europea y mediterráneo y, por tanto, también una pérdida de información en la voluntad de construir un proyecto civilizatorio autónomo de un mundo multipolar - ya en marcha. Desde esta perspectiva en la identidad cultural catalana podemos identificar, por un lado distintos elementos de resistencia, ya sea frente al proyecto español de dominación o frente a la cultura moderna uniformizadora y disgregadora de las realidades comunitarias; y por otro lado, elementos creativos en la gestación de un marco civilizatorio euromediterráneo. Se trata de una constelación de lengua, cultura, memoria y proyecto que, a la vez que refuerza una identidad propia, se muestra fecunda para activar la capacidad de los Países Catalanes de abrirse a la construcción de nuevos espacios compartidos. En una primera aproximación, totalmente parcial y provisional, yo destacaría los siguientes elementos:
También me parece importante dar cuenta del hecho que, como en cualquier otra realidad, al lado de las potencialidades creativas, existen también las destructivas, que es preciso afrontar para que todo proyecto pueda ser exitoso. Entre ellas, cabe señalar especialmente dos:
Me parece, pues, que existe una clara potencialidad creativa y de resistencia en la lengua y la cultura catalanas que se articula en la constelación de lengua, cultura, memoria y proyecto. El seny y la rauxa6 de las catalanas y los catalanes deberán mostrarnos en los próximos años si esto constituye una base suficiente o no, tanto para resistir las presiones colonizadoras de los estados y mercados, como para generar procesos sociales creativos, tanto a nivel nacional como civilizatorio en el espacio euromediterráneo. 1 Jordi Pujol es, desde 1980 hasta la actualidad el presidente de la Generalitat de Catalunya, órgano del gobierno autónomo de Cataluña. 2 La denominación Países Catalanes comprende Cataluña, País Valenciano e Islas Baleares, así como el Principado de Andorra. 3 Nos referimos a la Virgen negra de Montserrat, patrona de Cataluña. 4 Tapiz del siglo XI expuesto en la Catedral de Gerona con una iconografía cristiana claramente oriental. 5 Los «castells» (castillos) son torres humanas que pueden llegar a nueve pisos, que precisan de la colaboración de mucha gente para poder ser erigidas. Se levantan «castells» en las fiestas populares de Cataluña y existen concursos muy importantes. 6 Seny y rauxa, son dos nociones utilizadas habitualmente para definir el alma de la identidad catalana difícilmente traducibles. Seny debería entenderse como actitud equilibrada y tenaz. Rauxa como genio creativo exuberante y no controlado racionalmente, sin por ello ser irracional. * Jesús Artiola es Coordinador de la Fundación Randa, dedicada a la investigación trandisciplinar y globalística desde una perspectiva Mediterránea. Web: www.troc.es/randa |