Las 3 primeras
partes :
- Evaluación y Visión de Futuro
- Propuestas y Proyectos
- Informe del proceso participativo sobre
evaluación y futuro de la Alianza
- Segunda
etapa de la Alianza :
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Segunda etapa de la Alianza
Por Pierre Calame pic@fph.fr
Primera aportación a una reflexión
colectiva
19 de febrero de 2003
A/ La primera etapa de la Alianza: un intento de fijar perspectivas
2. Los intentos de estructuración (1998-1999)
A lo largo de la segunda etapa, la Alianza se va configurando a
través de dos tipos de iniciativas: las destinadas a concretar y
desarrollar los instrumentos de comunicación y las que contribuirán
a la organización colectiva y al establecimiento de la gobernanza
de la Alianza.
La puesta a punto de instrumentos comunes de comunicación, medida
que posibilita el diálogo entre los aliados y aporta visibilidad
a la Alianza, se tiene en cuenta desde el principio y da lugar a
la creación de un primer boletín de enlace. No obstante, debido
a la gran cantidad de material que se baraja, así como a la diversidad
de los dispositivos que se emplean, a partir de 1998 es necesario
pasar a otro nivel. Así, la Alianza se beneficia de las ventajas
que ofrece Internet, instrumento que se convierte rápidamente en
un medio de comunicación imprescindible habida cuenta del marcado
carácter internacional del mismo, factor que propicia la aparición
de todo un abanico de posibilidades y supone un nuevo impulso para
el proceso de estructuración de una "sociedad civil mundial"; de
ahí que la FPH financie la creación y el mantenimiento de la revista
Caravana, en tres idiomas. Contribuye, asimismo, a la creación y
a la organización del sitio web de la Alianza y empieza a financiar
el desarrollo de instrumentos de comunicación a distancia que actúan
como complemento de Internet: un directorio de aliados, bases de
datos documentales y los foros que empiezan a celebrarse por la
red.
Esta puesta a punto de los medios de comunicación es de vital importancia
para la continuidad de la Alianza aunque también hay que señalar
que el coste de funcionamiento de los mismos va en aumento.
La organización colectiva de la Alianza corre en esa época a cargo
de un número relativamente pequeño de aliados, probablemente menos
de 200, y en ciertos casos, no superando la treintena. Sin embargo,
se trata de los aliados más comprometidos, de los más activos, y
por eso plantean la cuestión relacionada con la orientación colectiva
de la Alianza de manera más explícita que los demás. De hecho, esta
cuestión resulta ser muy peliaguda, por no decir conflictiva, debido
a una serie de motivos vinculados a la originalidad por la que se
caracteriza de la Alianza:
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La transformación de la Alianza en una institución, con órganos
de dirección y normas, corre el riesgo de alterar la naturaleza
intrínseca de la Alianza, de que se aísle, de que merme el pluralismo
que la caracteriza y de que, al actuar así, pierda relevancia
y deje de ser útil.
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La formalización de las funciones que deben desempeñarse pone
de manifiesto que la institucionalización de cada una de ellas
supone una empresa difícil y exige tiempo y dinero.
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Hasta ahora, la fuerza de la Alianza ha residido en su acción
continua, la cual ha sido posible gracias a la existencia de un
método y un calendario, aportaciones de la FPH; los aliados se
han incorporado a la Alianza al estar de acuerdo con este planteamiento.
La continuidad que caracteriza a la Alianza corre el riesgo de
verse alterada por los órganos de dirección de la institución
que podría ver la luz.
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En caso de que se procediera a la institucionalización de la
Alianza, la FPH continuaría haciéndose cargo del "poder y del
dinero", por lo menos durante cierto tiempo. De hecho, a petición
de los primeros aliados, en 1996 la FPH expresó de manera explícita
el papel que estaba dispuesta a desempeñar en la Alianza. Se comprometía
a apoyar a la Alianza hasta la celebración de la Asamblea mundial
(incluido el término de la misma), prevista para 1999-2000; financiaría
con prioridad "lo más difícil", o sea, el desarrollo de nuevos
grupos socio-profesionales que abarcaran ámbitos muy diferentes
de los que constituyen la mayoría en el seno de la Alianza; apoyaría
la organización de la Asamblea mundial. ¿Qué sucedería si las
prioridades de la FPH y las de los nuevos órganos jurídicos divergieran?
No conseguimos superar esas contradicciones. Los largos debates
de 1998 desalentaron a algunos aliados, decepcionados al ver que
en la Alianza surgían las mismas tensiones que caracterizaban al
mundo asociativo y sindical, tensiones que habían creído poder evitar.
Por ello, los debates desembocan en una solución satisfactoria sólo
en parte: la Alianza no se someterá a ningún proceso de institucionalización
y, por lo tanto, la misma no contará con ningún miembro formal ni
órganos de dirección; sin embargo, los aliados elegirán mediante
votación, a partir de una lista de candidatos a los que desconocen
por lo general, a un equipo internacional de facilitación (EIF),
compuesto, además, en parte, por empleados de la FPH.
Cuando este equipo empezó a promover unas prioridades que no coincidían
con las de la FPH se llegó a un estancamiento. La visibilidad de
las perspectivas perdió nitidez y la sospecha se hizo tangible.
Estas tensiones y contradicciones no impidieron que el trabajo de
la Alianza siguiera adelante, que se continuaran elaborando propuestas,
ni que se fueran perfilando los diferentes métodos.
Durante ese período el contexto internacional experimentó un cambio.
Si bien es cierto que al principio la Alianza se encontraba sola
al frente de su proyecto de estructuración gradual de una sociedad
civil mundial, al cabo de cierto tiempo, se unieron a ella e incluso
la superaron muy rápidamente -por lo menos en número y visibilidad-
movimientos asociativos de corte más clásico, como ATTAC, cuyo éxito
acaparador dejó patente las ansias de oponer una resistencia colectiva
a una "globalización neoliberal" que iba ganando terreno sin ningún
obstáculo.
Muchos otros movimientos ya existentes experimentan la necesidad
de recurrir a nuevas formas de coordinación con el fin de dotar
a esta resistencia de mayor eficacia. El éxito de la campaña ciudadana
contra la negociación relativamente secreta del AMI (Acuerdo Multilateral
de Inversión), el éxito de las iniciativas internacionales de boicot,
el impacto considerable que registran las manifestaciones de Seattle
contra la OMC en los medios de comunicación demuestran, por otro
lado, que el desarrollo de Internet supone un cambio del orden político
y social, permite que se lleven a cabo a nivel mundial iniciativas
surgidas de la coordinación efímera de movimientos sociales y ONGs.
La convocatoria y el éxito del primer Foro Social Mundial de Porto
Alegre en enero de 2003 canaliza todas estas esperanzas.
Estas nuevas estructuras y formas de acción llevan a redefinir
el lugar que ocupa la Alianza dentro del conjunto formado por las
diferentes dinámicas de construcción de una sociedad civil mundial.
Por un lado, éstas ejercen una atracción considerable sobre muchos
de los aliados debido a la visibilidad y a la militancia que las
caracteriza. Por otro lado, permiten aclarar qué lugar ocupa la
Alianza, que hasta ese momento se encuentra dividida entre las aspiraciones
dispares de los aliados. La Alianza, que representa un proceso de
elaboración de propuestas, actúa como complemento de estas otras
dinámicas y no como competidora.
Con la afirmación de esta especificidad se hace hincapié en las
características específicas de la Alianza: duración, insistencia
en los métodos, la voluntad de elaborar propuestas coherentes, la
búsqueda de diálogo, la voluntad de reflejar la diversidad del mundo
entero.
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