Número 8 | Junio 2001 | |||
Sumario
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Promover una cultura de paz ¿Qué hacer por la paz en Afganistán? ¿Qué hay que hacer entonces para que la paz vuelva a Afganistán? ¿Hay que dar un golpe en la mesa, hay que sancionar, o bien hay que intentar romper el círculo infernal de las ingerencias y de los suministros de armas? ¿El segundo método parecía ilusorio o por lo menos lejano? En cuanto a las sanciones, muchas buenas personas se oponen porque serían ineficaces. Y es cierto que en el mundo las sanciones internacionales no siempre han dado prueba de una gran eficacia. A los dictadores, les entusiasma el aislamiento Las sanciones tienen a menudo unos efectos perversos por la utilización que hacen de ellas los dictadores para apiñar a la población detrás de ellos. Además, las sanciones refuerzan el aislamiento de un país y el aislamiento es lo que entusiasma a los dictadores. Menos contacto tiene la población con el exterior y menos posibilidad tendrá de organizarse, de informarse libremente, etc. Una manera de contribuir al advenimiento de la paz en Afganistán, esto es, de una paz justa que comporte el respeto de los derechos fundamentales de cada persona, puede ser por tanto intentar romper el aislamiento de los afganos. Hay que remarcar que pocos países en el mundo están tan aislados como lo está Afganistán. Aislamiento exterior de este país montañoso y encerrado, aislamiento reforzado por la prohibición de los vuelos internacionales, la escasez del correo, la imposibilidad de telefonear (al menos desde Francia), la ausencia de televisión y de acceso a la prensa internacional, la dificultad de acudir a Afganistán si no se es miembro de una ONG, las limitaciones draconianas impuestas a los desplazamientos de los periodistas, etc. Y por supuesto aislamiento interior, con todas las prohibiciones que se conocen, promulgadas por los talibanes. Cualquier tipo de iniciativa individual o colectiva podría adoptarse para romper este aislamiento: facilitación de las comunicaciones, viajes de información, emisiones de radio, convenios de hermanamiento de escuelas y ciudades... Para ir más lejos, quisiera destacar hasta que punto nuestra sociedad internacional está mal equipada para reaccionar a problemas de la amplitud del drama afgano. Daré dos ejemplos en niveles arbitrariamente diferentes. Primero en el ámbito de la opinión internacional. La opinión pública, muy especialmente en Francia, está bastante sensibilizada con la situación en Afganistán. Mucho más de los que se podría suponer tratándose de un país pobre radicado a 8000 km. de distancia. La opinión internacional sabe indignarse bastante bien, al menos por un rato, pero ¿para hacer qué? Hay organismos internacionales bastante eficaces para reaccionar contra fenómenos de contaminación (Greenpeace). Para protestar contra la tortura (Amnesty International u otros), para actuar contra la enfermedad (Médicos sin Fronteras) o la pobreza. Sin embargo, ¿para actuar internacionalmente por la paz? ¿La Comunidad de San Egido? Sobre una cantera tan amplia, sería de esperar poder ver que se remangan más buenas voluntades y sobre todo competencia. Actuar internacionalmente por la paz El segundo ámbito que me viene a la memoria es el de las instancias de la ONU. Nadie puede entender que las Naciones Unidas sean tan impotentes para encontrar una solución justa en un país como Afganistán. Toda la población afgana aplaudiría que la ONU tuviera los medios para imponer una solución cualquiera con tal de que no fuera excesivamente injusta. Sin embargo las Naciones Unidas adoptan medidas, pero limitadas por sus estatutos de una forma absurda y sin duda obsoleta. Nos extrañamos por ejemplo de que el embargo sobre las armas decretado por la ONU esté limitado sólo a las armas con destino a los talibanes. Entendemos que aun cuando muchas de las decisiones adoptadas por este régimen sean de carácter inhumano, un embargo selectivo no es un factor de paz (salvo si es claramente provisional). Pero esta medida tiene una razón poco conocida y es que las sanciones sólo están permitidas por las Naciones Unidas en razón de amenazas a la paz internacional encarnadas en el terrorismo, en este caso Ben Laden y sus redes. Si Ben Laden desaparece, entonces las sanciones desaparecerán ipso facto. Incluso, si bien es importante que la ONU no esté autorizada a intervenir en cada momento, sería necesario, ciertamente, que sus posibilidades de acción y los medios puestos a su disposición pudieran ampliarse. De manera análoga, es raro que los Tribunales Internacionales acorralen a los autores de algunos crímenes de guerra, pero que ninguna investigación seria se lleve a cabo contra los autores de masacras tan odiosas como las que han tenido lugar y continúan teniendo lugar en Afganistán contribuye a la desesperación de los Afganos que tienen la impresión de no valer tanto como los demás en el rasero del respeto internacional de los Derechos Humanos. Son numerosas las pistas posibles para el que quiera trabajar seriamente por la paz en Afganistán. Pero por desgracia son poco frecuentadas. Podemos desear que muchos se pongan por fin a seguirlas, formando así la vanguardia de una inmensa... caravana. Etienne Gille dirigida Les nouvelles d'Afghanistan (las noticias de Afganistán), revista trimestral editada por AFRANE (Amitad Franco-Afgane)
Dar una voz a las mujeres afganas Es lo que destaca la última campaña, el último salvavidas lanzado por el Colectivo Libertad Afganistán con la esperanza de movilizar por fin a la opinión pública. Porque con la discriminación y la diabolización las afganas son amputadas de su humanidad. Las prohibiciones cada vez más rígidas que les dictan las fatuas de los Talibanes han socavado su libertad hasta el punto de alcanzar el umbral mínimo más allá del cual ya no se puede hablar de dignidad humana. El 100% de ellas están destinadas a desaparecer, nos lanza el eslogan. Desaparecidas de los lugares públicos, desaparecidas de las calles en las que sólo han dejado sus sombras. A base de enseñárnoslas, estas sombras, los fotógrafos casi nos han hecho olvidar que detrás siempre había una mujer. Y al otro lado de la sombra estas mujeres están vivas aunque parezca mentira. Primeras víctimas del régimen afgano, ellas son también uno de los elementos clave de la resistencia. En efecto, algunas profesoras continúan ejerciendo su oficio. Dentro de sus propias viviendas dan clases a sus hijas, instaurando con ello las clases particulares. Contravienen de este modo una doble prohibición: la de que las mujeres puedan seguir ejerciendo su profesión y la de que las niñas reciban una educación. Y si obstinadamente siguen trabajando, no es evidentemente por un reconocimiento cualquiera, ya que el triunfo de su acción se vincula a una discreción total. Es por tanto por amor a su trabajo. Porque ellas tienen entre sus manos la educación de una generación entera de chicas. Siguen enseñando para seguir sintiéndose "vivas". Pero ¿por cuánto tiempo? La asociación AFRANE (Amistad Franco - Afgana) está en contacto con profesoras de Kabul que han expresado su deseo de establecer vínculos con mujeres extranjeras. En colaboración con la Escuela de la Paz, se ha establecido un proyecto de apoyo. Se trataría de que profesoras francesas apoyaran a estas mujeres afganas mediante el intercambio de técnicas pedagógicas. La reflexión, más allá de las fronteras, se centraría en la adaptación de técnicas de enseñanza en el contexto particular de las clases particulares: poco material, tradicionalmente pocas interacciones entre alumnos y profesores, pero una motivación indiscutible tanto de un lado como del otro. Para que, paradójicamente, la constitución de un grupo de profesoras francesas no sea un freno en la puesta en marcha de este proyecto, ¡coged vuestros bolígrafos por las mujeres afganas! Información: Olivier Tirard-Collet por AFRANE, 16 Passage de la Main d'Or, 75011 Paris, Francia - Tel : +33.4.76.46.10.58
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