Sumario
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Hacia un turismo sostenible
Irse de vacaciones,
cuando se ha trabajado y militado todo el año,
a menudo conlleva poner en paréntesis la vigilancia
sobre lo que pasa alrededor de sí mismo
Y por tanto...
En los más bellos países adyacentes a los trópicos, cuyos gobiernos no son siempre respetuosos con los derechos humanos, el turismo puede hacer estragos:
- Expropiación de los campesinos y de pueblos enteros arrasados para la edificación de complejos turísticos sin efectos económicos notables en las poblaciones locales;
- Expulsión de pueblos pescadores, a veces en muchos kilómetros de costas;
- Habilitación de infraestructuras de acogida y de ocio contaminantes (aeropuertos, redes de carreteras, complejos hoteleros, terrenos de golf, centros de deporte náuticos, circuitos 4x4, etc.);
- Consumo abundante de agua por parte de los hoteles, sus piscinas y sus espacios verdes. En los trópicos, un turista usa de media entre 7 y 10 veces más de agua que un campesino para regar sus campos y alimentar a su familia. A veces el agua de los campesinos está racionalizada para permitir que los hoteles de lujo funcionen de acuerdo con las normas occidentales;
- Desestabilización a causa de la urbanización engendrada por el turismo. Estallido de las estructuras tradicionales y familiares;
- Pauperización, desarrollo de la mendicidad;
- Desestructuración cultural en provecho de una subcultura "folklorizada". Las minorías autóctonas tradicionales son las más gravemente afectadas, a menudo de manera irreversible;
- ... y, lo peor, prostitución de niños, a veces muy jóvenes.
El turista mejor intencionado y mejor informado sobre la situación del planeta nada puede sospechar de todo esto porque, a menudo, ya no queda nada de lo que existía algunos años antes alrededor de su hotel, de su club o del trayecto cultural que ha elegido en un catálogo. Y la publicidad está hecha para proporcionarle buena conciencia.
Mensaje de la Asociación Transverses
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