Número 7 | Diciembre 2000 | ||
Sumario |
Hacia un turismo sostenible Según las tradiciones mas antiguas, la civilización china nació con Yu el Grande, el primer rey y fundador de la primera dinastía puesto que fue el primero en saber llevar los ríos al mar protegiendo a las tierras de las inundaciones, cuyo arte enseñó a los hombres. El regadío, el drenaje y el control de las aguas de las lluvias monzónicas acababan de nacer. Actualmente, en la China, el turismo es como el monzón. Todo el mundo espera sus beneficios pero nada se hace para realmente controlarlo. El "monzón turístico" está fuera de control Durante años la China estuvo prácticamente cerrada al turismo extranjero; tan solo algunas delegaciones o grupos de asociaciones culturales amigas podían venir. Estos viajes tenían ante todo un objetivo político. Después de la muerte de Mao Zedong, los grupos de turistas empezaron a llegar del extranjero. Para las autoridades se trataba, tanto de una prueba de la apertura de la China al mundo, como de una ocasión para mostrar la riqueza cultural del país. Desde que empezó la política de reforma, el turismo se ha transformado en un sector ante todo económico que se desarrolla a gran velocidad, como todas las actividades de servicios. Con más de 25 millones de turistas extranjeros en 1998, la China se ha convertido en el sexto destino turístico mundial en lo que a llegadas de turistas extranjeros se refiere. (en 1990 ocupaba tan solo el 12º puesto). No obstante, es preciso añadir a estas cifras en progresión casi continua, el gran desarrollo del turismo interior. Ya no se trata tan solo de obreras y obreros meritorios que visitan la China, sino más de 100 millones de nuestros compatriotas que aprovechan la elevación del nivel de vida para ir de vacaciones. Esto constituye un mercado muy importante y un sector en el que la competencia es cada vez mayor. Casi todas las agencias de viajes son del sector público, perteneciendo a alguno de los grandes ministerios, al ejército o a la administración local. En vez de tener políticas concertadas de precios, como era el caso cuando las agencias eran poco numerosas y que las tarifas se decidían en Beijin, actualmente todas desarrollan lógicas comerciales muy agresivas, idénticas a las que podemos encontrar en los países vecinos de la zona del Pacífico y del Asia del Sudeste donde el sector privado es, con mucho, el predominante. La cultura acaba siendo el envoltorio vacío de un argumento publicitario Cada vez más clientes se quejan, particularmente los extranjeros, del hecho que todos los circuitos, excursiones y visitas incluyen visitas obligatorias a las tiendas. Una o dos por día. Obligatorias porqué casi todas las agencias de viaje de China obligan a sus guías a pararse en tiendas en las que deben hacer sellar un carnet que pruebe su paso por ahí. El guía que no respeta esta regla se arriesga a perder su trabajo. ¿Porqué este sistema? Para poder proponer a los turistas precios de viajes relativamente bajos. Para poder captar mercados, los tour-operators deben reducir cada vez más sus márgenes de beneficios por dos razones. En primer lugar es preciso que la China sea atractiva en comparación a otros países; en segundo lugar es preciso llegar a ser la agencia que propondrá los precios más bajos por el mismo servicio. Es para compensar estas tarifas demasiado bajas que los turistas son obligados a visitar estas tiendas. Por cada grupo que visita una tienda, el patrón paga una comisión, ya sea una cantidad fija o un porcentaje sobre las ventas, a la agencia de viajes. En ciertos museos hasta los guías deben arreglárselas para que los turistas no pasen demasiado tiempo en las distintas salas para que luego, a la salida, puedan permanecer más rato en la tienda. De esta manera las rebajas sobre las tarifas se recuperan fácilmente, sobretodo por el hecho que en un principio los turistas tuvieron la impresión de no pagar demasiado caro su viaje. Esto permite a las fábricas o talleres que fabrican recuerdos dar trabajo a sus obreros. Todo esto estaría muy bien si el sistema no se desbocara. A pesar de todas las afirmaciones, pronto para la industria turística la cultura no será nada más que un envoltorio vacío de un argumento publicitario. De todas maneras, la China posee muchos lugares históricos y culturales, y sea cual sea el viaje, los turistas siempre podrán ver cosas bellas, puesto que lo que se degrada son las condiciones de visita, no estos lugares. Ya actualmente los turistas chinos del interior o de ultramar, los japoneses, los malayos o los tailandeses no disponen de muchos días de vacaciones, lo que les obliga a visitar el máximo de lugares posible en un tiempo muy limitado. También los europeos y los americanos hacen viajes más cortos que diez años atrás, y desean ver lo mismo sino aún más. Mientrastanto estas «paradas obligatorias» disminuyen aún más su tiempo de visita. ¿Cómo salir de este ciclo infernal? Es más fácil plantear la pregunta que no responderla, sobretodo si tenemos en cuenta que además de tomar dimensiones desmesuradas en China, el fenómeno también existe en otros países. Los turistas chinos que viajan al extranjero (Tailandia, Malasia, Singapur) desgraciadamente son víctimas de las mismas prácticas y puede que de manera más intensa si cabe que el resto de turistas, puesto que para ellos es indispensable volver con regalos para toda la familia. Sería necesario que las agencias de viaje chinas se pusieran de acuerdo entorno a una política de tarifas comunes, sin por ello volver a una situación de monopolio por parte de una sola agencia estatal y de sus sucursales. La competencia es una cosa buena en la medida que permite la estimulación y que es beneficiosa para las agencias de viaje y para los clientes. Soy consciente que si actualmente yo quisiera practicar una verdadera política de turismo de calidad no podría. Ser el único en aumentar los precios para promover viajes respetuosos con los clientes sería un suicidio para la agencia y para una parte de los empleados de la administración donde trabajo, puesto que el turismo permite pagar en parte los salarios de los funcionarios. Actualmente el "monzón turístico" está ya fuera de todo control. No es que sea demasiado fuerte, sino que se encuentra mal encauzado, mal dirigido. ¡Puede que necesitemos un nuevo Yu! Un Yu capaz de reorganizar el turismo para que sea provechoso para el mayor número posible de personas, tanto de habitantes de mi país como de turistas extranjeros que corren el riesgo de no volver nunca jamás si el boca - oreja se extiende rápidamente. Si no se actúa en este sentido, la China quedará como un importante destino turístico de baja calidad. Aunque los hoteles sean confortables, no son ellos los que explican las especificidades de la cultura china. * Zhang Liangxing es uno ejecutivo del servicio de márqueting de un importante tour operador chino que prefiere expresarse bajo un seudónimo.
|