Número 6 | Agosto 2000 | ||
Sumario |
GOBERNANZA MUNDIAL Por doquier, el poder político tal y como lo hemos conocido se está "deconstruyendo" como consecuencia de importantes mutaciones que tienen lugar bajo nuestra mirada: la importancia de la difusión instantánea y universal de la información, la privatización de la economía y de las funciones publiques tradicionales, como por ejemplo la moneda y la seguridad. Un vacío político se crea que, en el desorden, es ocupado, queramos o no, por nuevos actores, como las multinacionales, las ONG y las burocracias tradicionales. Es preciso, pues, reconsiderar el lugar de lo político en la vida actual y futura. La experiencia europea pueda ayudarnos en ello. Esta experiencia, sin precedentes, se basa en una recomposición de la noción de poder, en dos partes, con la misma autoridad y legitimidad: el poder de aquel que PROPONE y el poder de aquel que DISPONE. En el caso de Europa, la Comisión Europea es la institución de proposición que, según los Tratados, fundamenta su legitimidad en la designación de sus miembros por los jefes de Estado y los gobiernos nacionales y en la ratificación y el control político de sus actos por parte del Parlamento Europeo, que es la expresión democrática de la voluntad general expresada por vía de sufragio universal directo. El Consejo de Ministros representa a los gobiernos nacionales que fundamentan su legitimidad en los respectivos sistemas constitucionales. Este sistema presenta la ventaja de transformar en cooperación institucional el antagonismo existencial entre la necesidad o voluntad de interdependencia y las demandas de la soberanía nacional. Fue en 1973 durante un taller sobre el "global village" en Aspen, Colorado, cuando desarrollé y di nombre al sistema "Extranacional". Este sistema presenta la ventaja de no instituir autoridad alguna por encima de los estados (el nivel supranacional), ni de exponer a la parálisis o a la hegemonía (nivel intergubernamental), sino de situarse en el exterior para permitir así la manifestación independiente del interés común y ayudar a los gobiernos a integrarlo en el ejercicio de sus misiones. Este concepto aparece más que nunca como necesario de ser estudiado, teniendo en cuenta que los grandes países, particularmente los Estados Unidos, rechazarán toda autoridad superior. Si deseamos instaurar este sistema a escala mundial, es necesario crear una masa crítica a favor del cambio. Las ONG pueden contribuir a ello, desde el momento que su legitimidad no es cuestionada. Ciertas personas, por su autoridad moral y la calidad de sus propuestas, podrían lanzar un llamamiento convocando una gran asamblea de personas que se mueven en la dimensión internacional, al nivel que sea (empresarios, organizaciones militantes, humanitarias o políticas, etc.) El objetivo seria llegar, después de discusiones y confrontaciones de puntos de vista y de las sugestiones, a la redacción de un libro blanco. Este documento, sin precedentes, seria luego propuesto a los jefes de Estado y a los gobiernos de los países miembros de la ONU, para servir de base común al inicio de negociaciones permitiendo la instauración de la 3ª generación de organizaciones internacionales. Georges Berthoin (Francia) Seguridad y gobernanza mundial Las experiencias de la descolonización y de la construcción europea permiten pensar que finalmente salimos de un orden militar y entramos en un nuevo orden que se apoya sobre dos pilares fundamentales: el progreso, lento y caótico, pero real y determinante, de la democracia y la constitución de conjuntos regionales más prósperos y mas estables. Los dos movimientos se refuerzan en sus respectivas andaduras. No obstante podemos observar algunos signos inquietantes:
La construcción europea de un arte de la paz nos lleva a insistir sobre tres aspectos de una toma de conciencia planetaria de la responsabilidad política: El conocimiento primordial En el marco de un esfuerzo multiforme de educación a la paz dirigido, no tan solo al futuro ciudadano, sino también a los que ejercen responsabilidades en todos los sectores de la sociedad, es preciso la creación de instrumentos de medida, de observatorios y de instituciones adaptadas a las nuevas necesidades. Los grandes programas mundiales La referencia al Plan Marshall es inevitable, ya se trate de evocar el salvamento de un continente a la "deriva", como es el caso de África, de facilitar la transición en la ex-Unión Soviética después de la caída del muro de Berlín o de ayudar a los Balcanes a renacer de sus últimas guerra. De manera más general, admitiendo que los mayores enemigos de la democracia no son los revolucionarios o los ejércitos, sino el paro, el hambre, la intolerancia religiosa o ideológica y el ciclo mortal de las crisis, ¿la cuestión clave no sería entonces la referente a la conversión de las economías de guerra en economías de paz?; ¿y los desafíos principales de la mundialización no son la lucha contra la pobreza y la instauración de un marco institucional global favorecedor de una necesaria solidaridad? El nervio de la paz Hay que encontrar los medios financieros necesarios en una nueva dirección que recurra al interés bien entendido de las empresas, asociándolas a la sociedad civil y al gobierno. Totalmente distinto del mecenazgo puntual poco implicante, esta práctica debería constituir una contribución directa a la construcción de la paz, la seguridad y la estabilidad. Frente a unos riesgos y a unos desafíos cada vez más sistémicos, la determinación por una gobernanza mundial deberá inspirarse, sobretodo, de una experiencia como la de la construcción europea, que tiene como horizonte político la seguridad y la paz y que, en definitiva, ha transformado el paisaje mundial. Se trata, pues, de considerar la mundialización política que aún está por hacer, como una nueva etapa de esta construcción de la sociedad mundial. Richard Pétris (Francia) * Adaptado a partir de un dossier de Christian de Brie, con el permiso del Monde Diplomatique La industria del crimen La industria del crimen es, desde los años 60, una verdadera pionera de la mundialización. El desmantelamiento de las barreras aduaneras por parte de los líderes liberales ha permitido a los criminales reinvertir fácilmente sus beneficios en las economías nacionales legales. Ahora bien, es sobretodo el desarrollo de centros financieros offshore lo que les permite escapar de manera casi permanente a las normas legales más generalmente admitidas. La afirmación de soberanía de los paraísos fiscales y bancarios es una gran paradoja, si tenemos en cuenta que establecen legislaciones que tienen como único objetivo el de permitir escapar, sea cual sea el motivo, a las normas legales de los otros países. Su principal efecto no es, como podemos verlo, la evasión fiscal, sino servir como refugio a la economía del crimen. Son tolerados por los principales Estados, puesto que éstos defienden las reglas de una soberanía absoluta de los Estados, la cual aún es la base del actual sistema de relaciones internacionales. Los Estados, en efecto, evitan afrontar los desafíos de una verdadera gobernanza mundial. Las mafias, las grandes empresas multinacionales y los Estados pueden, en ciertos casos, ser vistos como cómplices, puesto que el dinero del crimen es el lubrificante de la prodigiosa expansión del capitalismo mundial, en asociación permanente con las transnacionales en las que han invertido y los bancos que gestionan sus inversiones. La creación de organismos especializados contra la criminalidad financiera, la firma de convenciones internacionales sobre la represión de la corrupción en los mercados internacionales, los coloquios y estudios sobre el tema, se han mostrado hasta hoy inútiles. La incitación hecha a los paraísos fiscales de firmar códigos de buena conducta aparece como una iniciativa ridícula. El índice anual de corruptores y corrompidos establecido por la organización americana Transparency, correspondiente de la CIA y financiada por las grandes empresas, sobretodo americanas, no tiene otro objetivo aparente que la buena gobernanza de una criminalidad financiera desde ahora integrada en la mundialización de los mercados. La única vía alternativa seria la de, siendo consecuentes con la mundialización, admitir que la comunidad internacional posee el derecho de imponer a los Estados gángsters, así como a sus cómplices públicos y privados, las reglas mínimas de un Estado de Derecho. Pero probablemente solo la acción ciudadana puede alertar a la opinión pública sobre los daños y perjuicios que provoca en los pueblos la criminalidad financiera y sobre los medios necesarios para reabsorberla. |