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Número 6 Agosto 2000

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GOBERNANZA MUNDIAL
¿Qué futuro le queda al Estado-Nación?
El mundo se volverá a configurar desde la base
Marcos Arruda* (Brasil)

El Estado-Nación es una creación histórica cuya existencia a través de la historia se ha vinculado -directa o indirectamente- al modo de producción predominante. Es una superestructura que depende de la estructura socioeconómica. Cambia con los cambios que se dan en la estructura. Está cambiando de nuevo en el actual marco de la globalización y es la clase hegemónica que aún controla el Estado la que está controlando también el cambio. En mi opinión, el Estado no tiende a desvanecerse con los avances de la globalización neoliberal. Lo que está desapareciendo es el Estado del Bienestar, el Estado socialdemócrata, y tal vez no sea a largo plazo si prevalecen las propuestas neokeynesianas que surgen del Banco Mundial. Pero han de existir otros caminos respecto al Estado-Nación para todos aquéllos que creen que el capitalismo no es el único modelo viable de organizar la socioeconomía y que la globalización neoliberal dirigida por las transnacionales no es el único modelo viable de globalización al que podamos aspirar.

Estado-Nación en crisis con la globalización neoliberal

El Estado-Nación continuará debilitándose mientras persista la globalización neoliberal. La lógica de las reformas neoliberales no es ajena al Estado, sino que lo adapta al papel que el "libre mercado" capitalista quiere y necesita que juegue:

  • como mitigador y, cuando sea pertinente, represor de las inquietudes sociales;

  • como garante de la libertad de mercado (lo que en realidad significa libertad para el capital y obligaciones para el trabajo y para las naciones menos desarrolladas);

  • como subsidiador del sector privado con fondos públicos y proveedor de contratos;

  • como factor que legitima la globalización subordinada de las economías menos industrializadas.

La evidencia de que las políticas neoliberales y las reformas han sido el factor de empobrecimiento tanto en el Sur como en el Norte está obligando a cambios en el discurso así como también a probables cambios de política.

En los ciclos intervencionistas, cuando una crisis les asola, los capitalistas la atribuyen a la insuficiente libertad de mercado y entonces promueven la liberalización. En los ciclos liberales, ellos defienden que la causa es la escasez de regulación estatal y de políticas públicas más efectivas. De este modo impiden que el capitalismo pueda ser señalado como la verdadera raíz de los males de la socioeconomía. Ahora estamos asistiendo a un final de un ciclo liberal. La cuestión es cuándo y cómo los pueblos actuarán finalmente rompiendo con el capitalismo y el Estado capitalista.

Rompiendo con el capitalismo y el Estado capitalista

En mi opinión, el Estado-Nación será una realidad mientras la nación sea una realidad. Y la Nación se vincula con al menos tres elementos que son, y seguirán siéndolo durante mucho tiempo, parte de la existencia humana actual y aspiración: territorialidad, identidad y soberanía popular.

Mientras continúe la división capital/trabajo, el Estado-Nación seguirá siendo necesario tal y como lo conocemos. La historia enseña que las formas estatales de socialismo no contribuyeron a superar esta división tal como prometían. De esta forma continúa la lucha para encontrar caminos nuevos, reales y efectivos para la superación de tal división.

Ni los propietarios del capital ni la sola tecnología producen la riqueza, sino que son esencialmente los trabajadores quienes la producen. El conocimiento colectivo y el trabajo de todos ellos es lo que contribuye a su creación, a lo cual Marx llamaba individuo social. Las condiciones para que los beneficios de la productividad se distribuyan y democraticen justamente, y de este modo se beneficie la totalidad de la sociedad y no sólo unos pocos, son:

  • que los trabajadores se apoderen ellos mismos de la economía (logrando el control colectivo sobre los medios de producción de la riqueza y el conocimiento), con objeto de convertirse en apoderados políticos;

  • Un Estado democrático fuerte, al servicio de la sociedad y sirviendo a sus necesidades.

En muchos países, partidos democráticos y populares han ocupado gobiernos estatales, provinciales y locales, y están desarrollando experiencias creativas de democratización del Estado. En Brasil, partidos progresistas han obtenido el control de cientos de gobiernos municipales y de seis gobiernos estatales. En Uruguay, se ha desarrollado un amplio movimiento colectivo y las experiencias de gobierno local han proporcionado un rico repertorio de lecciones sobre cómo democratizar el Estado. Además, las fuerzas progresistas uruguayas pudieron ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Tendencias parecidas las encontramos en otros países de ambos hemisferios.

El desafío de la democratización del Estado-Nación

La vía hacia la democratización del Estado-Nación es un desafío complejo:

  • ¿Cómo llevar a cabo una plataforma gubernamental que combine una aproximación reformista (lo que sería posible) con el respeto integral de los objetivos estratégicos y transformadores (lo que sería deseable)?

  • ¿Cómo llevar a cabo políticas gubernamentales e iniciativas no como un fin en sí mismas sino con objeto de crear un espacio y una oportunidad para los pueblos de gobernarse a sí mismos?

  • ¿Cómo "gobernar para todos" y, al mismo tiempo, ser leal y responsable con las necesidades, intereses y aspiraciones de amplias masas del pueblo?

  • ¿Cómo coordinar el desarrollo social y humano y, al mismo tiempo, cumplir con su papel de educador de la sociedad (en el sentido gramsciano) para lograr el objetivo fundamental del gobierno de personas, comunidades y la Nación mediante el desarrollo autogestionado?

  • ¿Cómo fortalecer el sentido de autoestima y autoidentidad en el seno de la Nación, mientras se crean puentes y se desarrollan vínculos de cooperación veraz, complementaria y solidaria con otras Naciones?

  • ¿Cómo insuflar el mismo espíritu y metas en las instituciones multilaterales?

En mi opinión, el mundo se volverá a configurar de arriba abajo, mediante la apreciación del valor de la diversidad humana. Yo lo llamo noodiversidad: cada persona, con su subjetividad y singularidad, cada comunidad, cada grupo social (incluyendo grupos étnicos, grupos de género, grupos indígenas), cada Nación. Este es el camino hacia una forma fraternal, colectiva de globalización. Reforzar el poder económico y político de cada individuo, comunidad y grupo es el contenido verdadero de la democracia y del auténtico socialismo. En esta perspectiva, las Naciones pueden concebirse como unanimidades (comunidad de espíritu en un proyecto compartido, hacia metas compartidas) en la diversidad (no a costa de la diversidad). Al mismo tiempo, pueden verse como noodiversidades colectivas en busca de la unanimidad que les permita llevar más lejos aún el desarrollo de su potencial. El objetivo fundamental del Estado: ser un director de orquesta de la diversidad humana y socioeconómica y el catalizador para el establecimiento de unidades siempre renovadas en la diversidad. Las instituciones multilaterales y un eventual Estado global pueden contemplar lo mismo, con respeto a las sociedades nacionales y locales y a los Estados.

* Animador del chantier Socioeconomía Solidaria de la Alianza.

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© 2000 Alianza para un mundo responsable, plural y solidario. Todos los derechos reservados. Ultima actualizacion, 5 de diciembre de 2000.