Número 6 | Agosto 2000 | ||
Sumario |
GOBERNANZA MUNDIAL El tema de la gobernanza, ¿es una moda? ¿Se trata de un discurso que hace de eco a la potente orquestación del discurso sobre Africa, el cual proviene unilateralmente del Norte? ¿Porqué esta sutil insistencia sobre la Gobernanza, cuando la Administración de las cosas y el gobierno de los hombres, para bien o para mal, ha existido siempre en África desde sus orígenes? Cuando Ousman Dan Fodjo (1754 - 1817) aboga en sus escritos por un poder justo e ilustrado, ¿qué hace, sino reglamentar la gobernanza y la regeneración social :
De esta manera, la buena gobernanza es por lo menos un régimen democrático de un gobierno adaptado a las realidades, intereses y valores de una colectividad humana. Ciertamente que no se trata de dar una imagen romántica del pasado de Africa, en una retrospectiva de autosatisfacción idealista, puesto que en la misma historia africana encontramos también ejemplos de derivas tiránicas y violentas. No obstante, la historia africana es muy desconocida y ha sido leída a través de groseros prejuicios cultivados para justificar intereses individuales o colectivos. Es harto paradojal que después de haber despreciado a los Africanos Negros por el hecho de poseer tan solo embriones de Estados, ahora se les pide, en el marco de las PAE (Políticas de Ajuste Estructural), de deconstruirlo y desmantelarlo, casi únicamente para el provecho del sector privado... El Africa precolonial conocía el Estado de derecho Muchos elementos de la investigación histórica permiten afirmar que numerosas formaciones sociales y políticas en Africa habían alcanzado el nivel de Estado, del gobierno del Derecho, es decir habían reglamentado, ordenado a través de una norma aceptada, legitimando el poder de algunos y consagrando su autoridad a condición que ellos mismos se sometieran a esta norma superior. Es en este sentido que habla el refrán: «No es el rey el que posee la realeza, sino que es la realeza la que posee al rey». En relación a los derechos humanos que constituyen también la finalidad del Estado de derecho en Africa, han sufrido, como en otras partes, escarnio, pero también, como en otras partes, han sido elevados al nivel de exigencias sociales y éticas mayores. Es preciso señalar, aquí, dos elementos: un cierto límite del poder acompañado de una distribución -de entrada en el tiempo. Una gobernanza ilimitada no puede ser de ninguna manera una buena gobernanza. Los presidentes de por vida o por 20 o 30 años no ejercen la gobernanza, sino el amaestramiento. Lo que se ha llamado regicidio legal, donde la noción de censura conllevaba el «suicidio» del soberano expresa bien el concepto de responsabilidad y la idea de que el verdadero soberano era de hecho el Derecho de la colectividad. En efecto, antes de acceder al poder se exigía al nuevo soberano solemnes juramentos que lo comprometían delante de los representantes del pueblo a través de un verdadero contrato. Otro gran instrumento de limitación del poder es la libertad de expresión, que no siempre ha sido asegurada en Africa. Ahora bien, la organización de la palabra pública, si bien privilegiaba ciertas categorías (ancianos, hombres, clanes principescos, etc.), otorgaba a la mayoría de grupos un espacio para su contribución. Tres desafíos actuales : el Estado, la Nación, la Etnia La colonización representó una ruptura en la gobernanza y el desarrollo endógeno y un desinterés, cuando no desresponsabilización política. La independencia, en lugar de ser una ocasión para los africanos de asociar los aportes positivos del exterior con lo mejor del patrimonio africano de la gobernanza, a menudo ha sido el punto de partida de una acometida hacia el poder bruto, amalgamando lo peor de Africa y lo peor del exterior. El Estado colonial era en Africa una institución doblemente superestructural: en tanto que Estado y en tanto que Estado sobreimpuesto. Las funciones del Estado que hemos heredado es el aparato coercitivo y represivo, el embalaje del sistema, la chapa exterior, el hardware y no el principio, el programa, el espíritu que justifican la institución. En pocas palabras, la ausencia de una cultura estatal republicana y democrática a menudo transforma el Estado, devenido patrimonial, en brazo armado y rehén de una camarilla, de una mafia clásica. ¿Y la nación? Algunos dicen que le proceso nacional endógeno fue interrumpido y quebrado desde el exterior y que desde la independencia ha faltado el tiempo necesario para combinar los elementos. Demasiado pronto, pues, para la nación Africana, pero sobretodo demasiado tarde, puesto que la mundialización de las técnicas, del mercado, de las autopistas de la información, de las mentalidades, de las empresas multinacionales, hace que la constitución de una micro-nación en Africa aparezca hoy día como un contrasentido absurdo, un sin sentido. No obstante, este sin sentido político africano goza de buena salud. Se pagan guerras fronterizas en el momento que las instituciones financieras internacionales exigen su apertura. Se delimitan con precisión fronteras fijadas por el colonizador y que a menudo corresponden a líneas imaginarias. Se emiten carnets de identidad que califican como extranjeros pueblos y comunidades que son perfectamente idénticos. Es en esta situación que surge la noción y la realidad de las étnias. La etnogénesis es un fenómeno histórico de gran amplitud en todos los países del mundo; en Africa a veces es milenario, otras proviene del siglo XIX. La colonización contribuyó de manera determinante en la configuración de nuevas realidades étnicas con unos objetivos muy precisos. Es de esta manera que los conflictos, desde el siglo XIX, se han situado sucesivamente en los tres conceptos o realidades que acabo de evocar: la nación, con las guerras de resistencia frente a la conquista colonial y los movimientos de liberación; luego los conflictos interafricanos después de las independencias que afectaban ante todo a los Estados, más precisamente a los gobiernos y regímenes del momento; hoy día, cada vez más, los conflictos se internalizan, siendo guerras civiles que revelan una degeneración de los conflictos hacia motivaciones cada vez más elementales. Prioridades para una buena gobernanza Yo veo cuatro prioridades estratégicas para una buena gobernanza política. La investigación: No es posible un desarrollo endógeno sin una respuesta estratégica a las cuestiones materiales siguientes: « ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Con qué medios? » Ahora bien, el Africa esta excluida de la investigación. 89% de ésta sobre el Africa se lleva a cabo fuera de Africa. Esto explica muchas parálisis e incoherencias esquizofrénicas y paranoicas; sobretodo esta incapacidad de definir y sobretodo defender nuestras propias realidades, nuestros intereses y nuestros valores. Muchos estados, preocupados por la supervivencia cotidiana, han abdicado en este ámbito. La apertura excesiva a las tendencias de la investigación exógena hace el resto. La integración: Ha llegado el momento de superar de una vez por todas el Estado nacional, hacia abajo y hacia arriba. Hacia abajo por una descentralización real. Hacia arriba por una integración interafricana, creando espacios de producción, reproducción y buena gobernanza más viables. Un Estado africano medio tiene el presupuesto correspondiente de una ciudad media europea. No se trata de destruir las fronteras, sino de superarlas. La democracia: plantea dos problemas importantes que condicionan la buena gobernanza en este ámbito. En primer lugar el estatuto y la función de la oposición que es tan útil a la democracia como el poder. Ahora bien, la oposición en Africa parece ser una anomalía que debe ser absorbida o exterminada, es decir, impedir que pueda molestar. La muerte de la oposición sería la muerte de la democracia. Es preciso que la oposición se constituya como tal, presentando un proyecto alternativo, una plataforma de programa, reuniendo los grupos militantes y diversas formaciones partidistas de la sociedad capaces, de entrada, de constituir un contra poder que detenga las derivas antidemocráticas, al tiempo que se constituyen en alternativa, no tan solo deseable, sino también posible. La formación: Finalmente, todo esto exige imperativamente una enorme misión pedagógica que es uno de los pilares de la buena gobernanza política, pero también económica y cultural. De manera permanente, la formación debe ser una palanca esencial de toda gobernanza. En definitiva, se trata de construir nuevas coherencias donde las condiciones estructurales que hacen posible la buena gobernanza se beneficien de una absoluta prioridad. * Extraído de un artículo publicado en « Renaissance », mayo 2000 |