Número 5 | Abril 2000 | ||
Sumario |
Taller Yin-Yang Andrée Michel, directora de investigación en el CNRS y feminista, no sólo nos permite, a través de dos publicaciones complementarias*, comprender las lógicas económicas que refuerzan y legitiman la cultura de la guerra, sino que nos desvela también la estructura patriarcal de las sociedades construidas sobre el culto de la violencia y la virilidad. Andrée expone la teoría de la feminista finlandesa Hilka Pietila que demuestra que la carrera de armamentos y las armas nucleares tan solo son la punta del iceberg, cuyos estratos sumergidos están compuestos (en orden creciente de profundidad) por los juegos de poder político para ganar la supremacía, los juegos de poder económico para ganar la competición económica mediante la explotación y finalmente en la misma base la cultura patriarcal fundada sobre estructuras jerárquicas de dominación. Desglorificar el mito de la guerra y del guerrero representa, según Andrée Michel y todo el pensamiento feminista al respecto, el primer paso necesario para la construcción de una cultura de la paz. Para conseguir sus derechos humanos (educación, trabajo, ciudadanía política, planificación familiar y aborto) las mujeres previamente tuvieron que desmitificar las ideologías y los estereotipos invocados por la sociedad patriarcal. Atacando el hecho de la militarización, Andrée Michel rompe un tabú y demuestra mediante un trabajo de investigación extremadamente preciso y documentado que, no tan solo la carrera de armamentos prosigue adelante más que nunca, sino que es la manera más segura para los países occidentales de mantener su hegemonía sobre los países del Sur. Explica como después del hundimiento del bloque del Este se puso en marcha una estrategia de manipulación de las masas mediante la invención permanente de un enemigo (actualmente encarnado por Irak, Irán, Libia, Siria y Corea del Norte) y alimentando el miedo y el odio hacia el otro para justificar el mantenimiento de los Complejos Militaro-Industriales (CMI) y las ventas de armas. No olvidemos que los cinco países miembros de la ONU que poseen derecho de veto son responsables del 85% de las ventas de armas del planeta. No obstante, muchos hechos históricos han demostrado que el bienestar y la seguridad de los pueblos no se encuentran ligados a su nivel de armamento. Los Estados Unidos -- cuya deuda total es ocho veces más elevada que la de todos los países del Tercer Mundo y donde una violencia extrema hace estragos en todas las ciudades -- aumentan cada año su presupuesto militar en detrimento de la seguridad social y de la educación, mientras el Pakistán dedica 26% de su presupuesto anual a los gastos militares, contra el 0,8% para educación. La investigación y el comercio en el campo del armamento y de lo nuclear favorece el enriquecimiento de los beneficiarios de esta industria, al tiempo que provoca el empobrecimiento de las capas sociales desfavorecidas, particularmente las mujeres (83% de los pobres del mundo). Manipulación de las masas por los medios de comunicación Las firmas nucleares y los CMI han comprendido, mucho antes que los intelectuales y los alternativos, la necesidad de controlar la información y el sistema de comunicación para defender sus intereses. Han invertido enormes cantidades de dinero en los medios audiovisuales. De esta manera la censura, la desinformación y el control de la información son una práctica corriente cuando se trata de justificar los presupuestos dedicados a la militarización y actuar con una transparencia real sobre los daños del nuclear o el impacto sobre el medio ambiente y la seguridad del planeta. Los ciudadanos, incluidos los políticos, son desposeídos del derecho a la información y son excluidos del debate que, no obstante, les concierne profundamente. Doblegándose al famoso pretexto de la razón de Estado, hasta los intelectuales han acabado por autocensurarse cuando se trata de hacer que el debate sea público. Tomando el ejemplo de las mujeres, Andrée Michel cita múltiples iniciativas y movimientos feministas que por todo el mundo luchan contra la exclusión social, la pobreza y las lógicas de la guerra. Estos movimientos denuncian las aberraciones del sistema patriarcal y de su extensión hacia la guerra, al tiempo que proponen alternativas que, por desgracia, no se conocen suficientemente a causa de la censura mediática y de su marginación de la esfera política. No debemos extrañarnos -- nos dice Andrée -- si desde hace cuarenta años en los países industrializados como Gran Bretaña, Francia, Japón o Estado Unidos donde los CMI están en el poder, las mujeres en vez de lograr la paridad, nunca han sobrepasado el porcentaje de 5 o 6% del total de elegidos de los Parlamentos. Durante este tiempo las cadenas de televisión controladas por los CMI son inundadas de series que hacen apología de la violencia y de la virilidad. De esta manera la cultura de la bomba, de esencia patriarcal, acaba extendiéndose a toda la sociedad civil. La televisión, segundo medio de socialización después de la escuela, se transforma en un instrumento de educación a la violencia y al sexismo. Modificar las políticas guerreras Una participación igualitaria de las mujeres en política puede modificar las políticas guerreras y el recurso a la violencia para la resolución de conflictos. La autora demuestra que hay una diferencia abismal entre los hombres y las mujeres occidentales en lo que se refiere a la violencia, especialmente en lo que atañe al recurso a la violencia para solucionar un conflicto, una vía hacia la cual las mujeres se muestran mucho más hostiles que los hombres. Las feministas siempre han reclamado la reducción de los gastos militares y el aumento correspondiente de los programas sociales y de salud. Reclaman además la concesión de más tiempo libre para los padres y un aumento de la educación, pues si el comportamiento de la violencia se aprende, siempre queda la esperanza que pueda ser desaprendido o nunca enseñado. Reemplazar la guerra por la negociación, crear y respetar un verdadero Derecho Internacional, crear un instrumento de este derecho que dote a una Corte Internacional Permanente de una verdadera independencia, son todos ellos distintos medios para dirigirse hacia una resolución pacífica de los conflictos. Tan solo citando estas pistas vemos como la autora plantea objetivos que pueden parecer utópicos, pero que sin embargo pueden ser el resultado de medidas políticas voluntaristas orientadas ante todo hacia el bienestar de los seres humanos y el desarrollo de una verdadera ciudadanía activa. Concluyendo, la autora afirma que no hay futuro para la Humanidad mientras los hombres y las mujeres abandonen en manos de los Estados la definición de su seguridad y, en virtud de su ciudadanía, no la conciban ellos mismos en el marco de una solidaridad y unaequidad concebidas en una dimensión planetaria y no en una nacional. N.L.A. * Surarmement, Pouvoirs, Democratie (Over-armament, Power, Democracy), Andrée Michel, L'Harmattan, Paris, 1999. * Citoyennes militairement incorrectes, Andrée Michel, y Illustrations de Floh, L'Harmattan, Paris, 1999.
|